28 oct 2011

Amarillo y Negro

Atardece sobre el asfalto. Julia vuelve del despacho a casa atravesando el gran parque del centro de la ciudad. Camina rápido, intentando olvidar la larga lista de tareas que, impacientes, le esperan en el recibidor de su piso. De repente se para porque se nota cansada y, sin que sirva de precedente, se sienta en un banco. Resopla y observa a su alrededor. Hacía tiempo que no se fijaba en la belleza eterna de un instante fugaz: los árboles danzan suavemente con el viento, el césped desprende un intenso aroma a ducha de bosque. Y de lejos, el alboroto y las risas de unos niños jugando.

Se queda así durante un tiempo impreciso. La luz del sol va dejando paso al crepúsculo al mismo tiempo que en su mente se extienden sombras y pensamientos: