
Una ola de dolor se precipitó contra la playa, con la fuerza de cientos de cuchillas clavándose en la arena. Y con ella, los últimos restos del reciente naufragio; un trozo de mástil cubierto de algas, un baúl vacío y con la tapa desencajada, un desgarrado vestido que días antes lucía una condesa y una brújula con el cristal roto, medio enterrada.