28 feb 2015

Blancanieves

Blancanieves apoyó las yemas de sus dedos en el frío cristal, justo antes de abrir los ojos. Luz.

Una nube atravesaba un cielo inevitablemente azul. Intentó incorporarse y su cabeza chocó contra una pared dura e invisible. Giró la cabeza a la izquierda y cuando vio el vaho de su respiración empañando el sarcófago de cristal, su cuerpo quedó aprisionado por el terror. Empezó a respirar agitadamente. En los pequeños intervalos entre exhalación y exhalación pudo ver que fuera, junto al ataúd, había una figura humana y siete pequeñas formas todas arrodilladas y rezando. Gritó mientras golpeaba el cristal con todas sus fuerzas, sin embargo ninguna de los ocho parecía darse cuenta de que ella continuaba viva.